EFEMÉRIDES SÍSMICAS: TERREMOTO DE CHILLÁN DE 1939


Este terremoto es el que ha generado más pérdidas humanas y daños materiales en la historia chilena. Su magnitud fue 8,3 (Ms) y su epicentro se localizó en las cercanías de Quirihue, a 82 kilómetros al noreste de Concepción, 72 kilómetros al oeste de Chillán y 50 kilómetros al sur de Cauquenes. Por el este las ondas se sintieron en Mendoza y Buenos Aires.

A las 23:32 horas del 24 de enero de 1939 un violento sismo con magnitud 8,3 (Ms) se percibió en una amplia zona geográfica del territorio chileno, desde Valparaíso a Temuco. Concentró su mayor daño entre Concepción y Chillán, y el epicentro se localizó al NE de Concepción.

Las ciudades más afectadas fueron Chillán, Cauquenes, San Carlos, Cobquecura, Coelemu, Ñipas, Florida, Quillón, Yumbel, Rafael, Tomé, Lirquén, Penco, Concepción y Talcahuano. Estimaciones posteriores señalan que la Cordillera de la Costa entre el Río Itata y el río Bío-Bío se elevó más de un metro.

El terremoto de Chillán de 1939 es la tragedia que más víctimas fatales ha cobrado en Chile. La cifra oficial de víctimas fue de 24.000, pero algunos calculan que los fallecidos llegaron a los 30.000, aunque sólo 5.685 fueron identificados.

En Chillán, más de la mitad de las construcciones de la ciudad se desplomó. Por ello el terremoto fue conocido como el de Chillán y la ciudad arrastró título de “ciudad de los movimientos”. Cuentan los testigos que la nube de polvo generada por la destrucción de las casas demoró días en disiparse, tanto en Chillán como en Concepción.

Se interrumpieron los servicios de electricidad, teléfono, telégrafo y la estación de ferrocarril quedó en el suelo, lo mismo que manzanas completas de casas.

Para evitar epidemias se distribuyeron 454.959 vacunaciones antitifoidea. Las enfermedades que surgieron posteriores al terremoto fueron otro de los efectos no deseados, así como la escasez de alimentos y falta de agua potable para la población.

Para los sismólogos este evento “es muy particular ya que se trata de un sismo intraplaca, es decir que ocurre al interior de la Placa de Nazca, no en la interfaz entre las dos placas (Nazca y Sudamericana) que es como ocurren con la mayor parte de los sismos significativos en Chile”, señala Sergio Barrientos, director del Centro Sismológico Nacional.

Barrientos agrega que, en ese sentido, “este sismo comparte características con los terremotos de Calama de 1950, Punitaqui 1997 y Tarapacá de 2005, los tres con magnitudes del orden de 8, que ocurren al interior de la placa que subducta, y en profundidad al interior del continente, por lo que no producen tsunami. Se cree que estos sismos, comparados con aquellos interplaca, ocurren en una zona más acotada (una falla de menor tamaño) pero con mayor desplazamiento relativo (mayor caída de tensión) por lo que generan mucha energía en alta frecuencia y eso aparentemente produce mayor daño en estructuras más rígidas, como el adobe.”

Reacción post terremoto
Al día siguiente, el Presidente Pedro Aguirre Cerda se trasladó en tren hasta Linares y de ahí en automóvil a Concepción, visitando los sitios afectados para abordar desde allí la respuesta inmediata a la tragedia.

El día 25 de enero, mientras aún se rescataban sobrevivientes, en Concepción se designa como jefe de plaza a Víctor Cañas Ruiz-Tagle, y al día siguiente (26 de enero) se redactó el primer “Boletín informativo” con una serie de decretos.

El decreto N°27 estableció un control total de precios, se ordenó requisamiento y prisión de 60 días para quien no lo cumpliera: “todos los comerciantes deberán vender sus productos al mismo precio del día anterior al terremoto”. Las medidas fueron reales y se ejecutaron con prontitud lo que impidió la especulación de precios o la adulteración de productos (se cursó una multa por agregar agua a la leche). Se clausuraron cantinas y se restringió acceso y salida de la ciudad.

Las farmacias y boticas pasaron a control del Servicio Sanitario de Concepción y se estableció un plazo de tres horas a todos los dueños de camiones para ponerlos a disposición del Jefe de Plaza, de lo contrario, también serían requisados por carabineros. Además, se solicitaron camiones a otras provincias.

La zona afectada no solo recibió la ayuda de los chilenos, sino que vino también desde Argentina y de los barcos de guerra ingleses que se hallaban en aguas nacionales debido a la ya casi declarada II Guerra Mundial.

A comienzos de febrero la Subsecretaría de Comercio pudo entregar un estudio de los gastos que tendrían que hacerse para la reconstrucción de la zona devastada por el terremoto, llegando a la conclusión, “que es necesario invertir no menos de 1.719 millones de pesos”. Esta suma -según expresaba el informe- tendría un error probable de un 20 por ciento, pues los cálculos se habían efectuado de acuerdo con el censo de 1930 y desde entonces la población había tenido un aumento del 16 por ciento. La catástrofe, estimativamente, provocó la pérdida de la cuarta parte de la producción agrícola del país.

Considerando la experiencia del terremoto de 1939, el gobierno comenzó a exigir nuevas normas de ingeniería en las construcciones. A partir de ese año casas y edificios debieron contar con una estructura antisísmica.

También se creó la Corporación de Fomento de la Producción, Corfo, con el objeto de ayudar a la formación de sociedades anónimas controladas por el Estado, que tengan por fin la explotación minera, hidroeléctrica y de infraestructura. El estado otorga capitales, créditos y leyes de protección.

Además, se creó la Corporación de Reconstrucción y Auxilio, actual Onemi, para prestar ayuda a los damnificados. Ambas fueron activadas por ley en abril de ese año.

Más información y videos de la época, en el link: http://www.csn.uchile.cl/efemerides-sismicas-terremoto-de-chillan-1939/

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